viernes, 21 de marzo de 2008

De santas primaveras y huevadas

Que lo tiró Mendieta! La escritura de cosas "serias" no me deja tiempo para mis escritos panquesianos. Pero los dos grandes acontecimientos del día ameritan un esfuerzo. Primero, comenzó el feriado de Semana Santa. Segundo, empezó la primavera! En realidad con 3 de máxima, -3 de mínima y 12 hs de luz, nos sentimos como en pleno verano. No crean que exagero, todos hemos largado los gorros, guantes, campera invernal, botas de nieve y, lo más importante, los calzones largos. El inconsciente colectivo trata de convencerse de que este lugar tiene algo más para ofrecer que frío (o ausencia de calor, según como se guste analizar).

Ayer, mientras almorzaba, alguien me preguntó: Qué tiene que ver la Pascua (cristiana) con los huevos (de Pascua)? Y ahi me quedé, con los ojos abiertos y escuchando grillitos en mi cerebro, cayendo en la cuenta de que en tantos años de catecismo las monjas nunca se habían preocupado por explicarme algo tan fundamental.

Según lo que pude averiguar, parte de la confusión se debe a que la celebración cristiana de la Pascua adoptó (y adaptó) ciertos rituales paganos. Se dice por ahi que los sajones celebraban un festival de la primavera al que llamaban Eostre, en honor a la diosa del alba. En estas celebraciones el huevo era considerado símbolo de re-nacimiento y fertilidad. Cuando los sajones se convirtieron al cristianismo y comenzaron a celebrar la muerte y la resurrección de Cristo, se dieron cuenta de que la fecha cuasi que coincidía con el festival de Eostre, y como quien no quiere la cosa, una celebración se mezcló con la otra. Y así se incorporó el huevo, aunque ahora restringido a símbolo de la resurrección de Cristo. Los cristianos habrán sido copiones, pero los sajones tampoco fueron demasiado originales. A más de uno se le ocurrió considerar al huevo como símbolo de vida. Según un proverbio latino "Omne vivum ex ovo" ("toda la vida viene de un huevo").

No me quedó muy claro como siguió la historia. A alguien en algún momento le habrá parecido que el simple huevo de gallina (o pato o ganso) era muy simple y decidió decorarlo. Y a principios del 1800 otro alguien habrá pensado que los huevos decorados eran muy lindos, pero si se hacían de chocolate iban a ser mucho más ricos! De los huevos decorados, los más espectaculares son los ucranianos, llamados "pysanky". Se pintan con una técnica parecida al batik. Luego de pintados, hay que animarse a vaciarlos. Impacientes y flojos de pulso, abstenerse!

Bueno, mis deberes me llaman.

En honor a la primavera y a Eostre, termino con una receta de una ensalada muuuuuuuyyyyyy rica.

Ensalada de rúcula con queso manchego y nueces caramelizadas

¼ taza de aceite de canola (o cualquier aceite de sabor neutro, no usar aceite de oliva o de soja)
1 ½ cucharadas de vinagre de vino blanco
Sal y pimienta
1/2 taza de vinagre balsámico (de la major calidad que puedan pagar!)
8 tazas de rúcula
2 manzanas (deliciosa o Fuji), con cáscara o peladas (como prefieran), cortadas en gajos finos
150 g de queso Manchego cortado en tiritas finas (en su defecto, usar un queso de sabor fuerte, como el sardo)
1 ½ tazas de dátiles cortados en rodajitas
1 taza de nueces caramelizadas (receta al final de la receta)
4 echalotes finamente picadas

Preparar la vinagreta, mezclando en un bol el aceite con el vinagre de vino blanco. Sazonar con sal y pimienta.
Hervir el vinagre balsámico en una cacerola pequeña a fuego mediano hasta que alcance un punto almibarado y se reduzca a aproximadamente ¼ taza.
En una ensaladera grande, mezclar la rúcula, las manzanas, la mitad del queso, los dátiles, las nueces y aderezar con la vinagreta. Si lo consideran necesario, condimentar con más sal y pimienta. Servir la ensalada en bols individuales y agregarle por encima un chorrito del vinagre balsámico reducido y el resto del queso.


Nueces caramelizadas

(la receta es para 1 ½ de nueces, o sea, después de la ensalada les va a quedar ½ tacita para disfrutar solas)

1/2 taza de azúcar (como siempre, si es negra o rubia, mejor)

2 cucharadas de vinagre balsámico

1 ½ tazas de nueces

Precalentar el horno a 180C. Forrar una bandeja para horno con papel aluminio. Rociar el aluminio con aceite.

Mezclar el azúcar y el vinagre balsámico en una cacerolita y revolver a fuego moderado hasta que el azúcar se disuelva (lleva sólo unos minutitos). Retirar del fuego. Agregar las nueces y mezclar bien. Colocar las nueces embadurnadas en la bandeja, bien distribuidas en una capa fina.

Hornear hasta que las nueces tomen color tostado y la cobertura se caramelice, removiendo de vez en cuando, unos 10-15 minutos. Dejar que se enfríen por completo en la bandeja. Se pueden preparar hasta con 2 días de anticipación y guardar en un contenedor tapado, a temperatura ambiente.