sábado, 15 de diciembre de 2007

Arbolitos con historia

Finalmente, luego de preguntar y averiguar, hemos conseguido una nueva Araucaria heterophylla como arbolito de Navidad. Por el momento "Ari II" es bastante pequeñuela y todo el adorno que aguanta es una guirnalda, pero estamos seguros de que el año que viene ya le podremos agregar algunos moños y borlas navidegnas!

La llegada de Ari II me inspiró para investigar sobre los árboles de Navidad y su historia. Encontré leyendas para todos los gustos y creencias, incluyendo a las celebraciones del solsticio de invierno, a San Bonifacio hachando un roble y a Martín Lutero decorando un pino bajo inspiración de la noche estrellada. Finalmente, me encontré con la historia de un arbolito-presente.

Comienzo con la historia. Puerto de Halifax (Nueva Escocia, Canadá), 6 de diciembre de 1917 (Primera Guerra Mundial). A las 7.30 de la mañana, un buque francés (Mont-Blanc) salía del puerto cargado nada más ni nada menos que con 2300 toneladas de ácido pícrico, 200 toneladas de TNT, 10 toneladas de nitrocelulosa y 35 toneladas de benzol...era básicamente una bomba flotante. En ese momento, un buque noruego (Imo) también salía del puerto. Muy bien no se sabe que pasó, pero a la entrada del estrecho el Imo golpeó al Mont-Blanc en la proa. No fue un golpe grande, pero con todos los explosivos presentes, el fuego apareció en forma inmediata. La tripulación y el capitán evacuaron el barco, dejándolo solo y en llamas. Luego de 2 horas de fuego, el Mont-Blanc explotó. Dicen que fue la mayor explosión de la historia antes de la bomba atómica. Todo lo que estaba en la "onda explosiva" - barcos, muelles, fábricas, escuelas, iglesias y casas- fue destruído. El saldo fue de casi 2000 muertos. En semejante caos, la ayuda no tardó en llegar. Entre la asistencia recibida, los bostonianos fueron de los primeros en llegar, y de los últimos en irse.

Y acá viene el árbol-presente. Desde hace 35 años la ciudad de Halifax le envía a la ciudad de Boston un árbol de Navidad, en agradecimiento por la ayuda recibida durante aquella terrible explosión. Cada año el árbol seleccionado es cuidadosamente embalado para el viaje de 1200 km hasta su destino final. Cuando llega a Boston, es llevado con escolta policial (cual político famoso) hasta el Boston Common, donde es iluminado y convertido en una de las mayores atracciones navideñas de la ciudad.

Fin de la historia!

Pero no fin del post. Para seguir con el espíritu navideño, la receta de hoy es de las famosísimas (al menos por estos lares) masitas de jengibre. Receta sacada de libro, con agregado de clavo y canela por parte de Mr. DC (quien fue además el ejecutor de la receta!).

Masitas de jengibre

- 125 g de manteca
- 1/3 taza de azúcar negra
- 1/4 taza de maple syrup (jarabe de arce o miel de maple)
- 1 huevo
- 2 tazas de harina común
- 1/2 taza de harina leudante
- 1/2 cucharadita de bicarbonato de soda
- 1 cucharada de jengibre molido
- 1/2 cucharadita de canela molida
- 1/4 cucharadita de clavo molido

Precalentar el horno a 350 C. En un bol poner la manteca, el azúcar y el jarabe de arce. Batir con batidora hasta que quede una crema. Incorporar el huevo y batir un poco más. En otro bol mezclar todos los ingredientes secos (harinas, bicarbonato, jengibre, canela y clavo) y agregarlos a la crema. Incorporar con la ayuda de una cuchara. Luego, con las manos enharinadas, amasar ligeramente (1-2 minutos). Sobre una tabla de madera (o de plástico) colocar una hoja de papel manteca, la masa y otra hoja de papel. Estirar la masa con un palote hasta dejarla de aprox. 1/2 cm de espesor. Llevar la tabla, con la masa ensanguchada entre los 2 papeles, a la heladera por aprox 15 minutos.
Y ahora la parte divertida, cortar las masitas con formitas navideñas!
Llevar al horno por aprox. 10 minutos o hasta que los bordes de las masitas de vean dorados.

Si resisten la tentación de comerlas enseguida, se pueden decorar con una pasta hecha de clara de huevo, limón y azúcar impalpable (y así hacerles a los "tipitos" los ojos, boca, pelo, etc). Si el olorcito es demasiado tentador y la necesidad de hincarles el diente muy urgente...quedarán con el contorno...como en la foto!

sábado, 1 de diciembre de 2007

Nieve que no se va, otra esperará

Sabio refrán asturiano que resulta también muy verdadero por estos pagos edmontonianos! Con -15 C de máxima, mejor no mencionar la mínima, la fina capa de nieve que cubre la city se quedará esperando futura compañía. Tiempo le sobra...el invierno ni siquiera ha comenzado.

La nieve tiene sus cosas lindas y sus no tanto. Entre las primeras están (según mi no necesariamente humilde opinión) los cristales de nieve, algo así como la "unidad nívea fundamental". Según Wilson Bentley, no hay dos cristales iguales. La opinión de este señor es para tomar en serio, ya que dedicó 40 años de su vida a fotografiar a más de 5000 de ellos!

Todo comenzó cuando Bentley recibió como regalo de su 15-cumpleaños un microscopio. Entusiasmado, empezó a mirar cuanta cosa pequeña tenía "a mano" y, en su nativo Vermont, nieve era lo que sobraba. Luego de descubrir la belleza y la inagotable variedad de formas de los cristales de nieve, se preguntó cómo mostrar a otros algo tan efímero. Bentley no era muy ducho con el dibujo, y entonces decidió intentar con la fotografía.

Claro, estamos hablando de 1800 y pico, lejos de cámaras digitales y microscopios sofisticados. Necesitó paciencia (mucha) y perseverancia (también mucha).


Luego de varios años de pruebas y errores, finalmente sacó la primera foto de un cristal de nieve. Primera para él, y primera para el mundo. Tan linda le quedó, que muchos sospecharon que era trucha! Por supuesto, como toda persona que se diferencia de la media y estándar popular, lo que primero recibió fue escepticismo. Por suerte, la desconfianza fue dando paso al interés. Fue invitado a dar conferencias y a escribir artículos, y universidades de todo el mundo comenzaron a adquirir sus micro-fotografías. Y así vivió, con su hobby, entre la ciencia y el arte. Murió de neumonía, un invierno, en Vermont.

Para que el final no me quede tan de epitafio, termino con una muestra de sus fotos. El tipo de cristal que se forma depende de la temperatura. Adivina, adivinador...qué cristales estaremos viendo hoy?


Y antes de que "alguien" me reclame, la receta. Receta perfecta para este tiempo, una sopa...pero caribeña!

Sopa caribeña de pescado, camarones y espinaca

- 150 g de camarones limpios
- 200 g de filetes de pescado (cualquier pescado "firme") cortado en cubos
- 3/4 cucharadita de coriandro molido
- 1/4 cucharadita de comino
- 1 cucharadita de aji molido
- jugo de 1 limón
- 1 cucharada de manteca
- 1 cebolla picada
- 2 puerros, cortados en rodajitas finas
- 3 dientes de ajo picados fino
- 1 papa grande cortada en rodajas
- 5 tazas de caldo de pollo o verdura
- 250 g de espinaca
- 1/2 taza de leche de coco

Poner los camarones y el pescado en un bowl con el coriandro, comino, ají molido y jugo de limón. Dejarlos marinar en la heladera.
Mientras tanto, derretir la manteca en una cacerola, agregar la cebolla y los puerros. Tapar y cocinar aprox 10 minutos.
Agregar el ajo y cocinar otros 5 min.
Agregar la papa y el caldo. Calentar a fuego medio hasta que hierva y luego reducir la temperatura, tapar y cocinar 15-20 minutos (hasta que la papa esté blanda).
Agregar la espinaca, y cocinar unos minutitos destapado.
Dejar que la sopa se enfríe un poco y pasarla a una licuadora (tal vez sea necesario hacerlo en 2 tandas).
Transferir la sopa-puré de la licuadora nuevamente a la cacerola y agregar la leche de coco. Revolver con cuchara de madera.
Agregar el pescado + camarones con el líquido del marinado. Mantener a fuego medio-bajo unos 10 minutos, hasta que se cocine el pescado y se caliente la sopa.
Agregar sal, pimienta y limón a gusto y servir. GLUP!